El 30 de diciembre de 2009 quedará grabado para siempre en la memoria de Sergio Sánchez (Mataró, Barcelona; 1986).
Aquel día, los médicos del Sevilla le comunicaron que nunca más podría jugar al fútbol, su gran pasión, por una dolencia cardiaca que oprimía su corazón y ponía en riesgo su vida si seguía sobre el tapete de juego.
"Me quedé helado", confiesa Bartolomé Tintín Márquez, que tuteló al jugador en su etapa juvenil y posteriormente en el primer equipo del Espanyol; "me llamaron y me dijeron que Sergio no estaba bien.
Fue un mazazo.
Le conozco desde que era un crío".
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