Los nadadores, y en general los representantes de disciplinas deportivas abocadas al aislamiento y la introspección, suelen ser supersticiosos.
Mireia Belmonte, la nadadora española con mejores condiciones genéticas de la historia, no es la excepción.
A sus 20 años, vive las competiciones bordeando la obsesión por repetir o alterar rutinas, pequeñas ceremonias paganas y rituales de sustrato mágico, según le vaya bien o mal en los primeros días.
Las uñas son una de las cuestiones que le generan incertidumbre.
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