La cita es en su despacho, en el microcentro bonaerense.
Hace frío en la calle y dentro de la casa.
César Luis Menotti se disculpa: "Esta mañana se estropeó la calefacción, iba a comprar una estufa porque me estoy helando", explica.
Bajo el cristal de la mesa del despacho, varias fotos de sus hijos.
Encima, montoncitos de libros apilados.
A su izquierda, entre ellos, Mi ciudad y mi gente, de Eladia Blázquez, La aznaridad de Vázquez Montalbán y Bajo Estado de sangre, de Tejeda...
A la derecha de la vieja silla donde se sienta, un cenicero limpio recuerda que, no hace tanto, la conversación se hubiera llenado de humo.
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