A las siete de la mañana lo que reinaba en Atocha era la soledad.
A excepción de un grupo de doce personas que se identificaban como «coordinadora de informática de CGT», en el interior de la estación solo había periodistas, policías y un goteo intermitente de personas que llegaban para ir a trabajar.
Fuera de la estación, frente a la parada de autobuses, una señora con una pegatina que la identificaba como manifestante se quejaba: «¡Qué sueño tengo! Me he levantado a las 3.30 de la mañana para ir al piquete de Carabanchel».
A su lado, una cola de más de cincuenta personas esperaba con pacienc...
Leer noticia completa en http://bit.ly/H2MZbN
No hay comentarios:
Publicar un comentario