"En la pista no soy un robot.
Pienso".
El corazón y la mente guían hoy (15.00, Cuatro y Canal+) a Rafael Nadal, que se enfrenta en la final de Wimbledon al serbio Novak Djokovic, el hombre que mañana le desplazará como número uno.
El corazón y la mente del mallorquín, explicó él mismo, sufrieron en semifinales, apiadándose de su rival, el británico Murray, roto por la presión y ahogado en angustia.
El corazón y la mente, finalmente, pesan hoy tanto como los golpes, porque la catarata de estadísticas del duelo (16-11 para Nadal en los enfrentamientos con el serbio; cuatro finales seguidas ganadas por Djokovic al español en 2011), queda reducida a tripas y nervios, a presión y pulso alterado, a la hierba: el césped, con sus misteriosos e inesperados botes, bajísimos e irregulares, lo cambia todo.
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